tag:blogger.com,1999:blog-34040959963163227292024-03-20T17:29:17.066-07:00Libros azules, Ballenas blancasEl blog literario para leer el mundoLibros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.comBlogger7125tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-47761543109349404102016-05-15T06:47:00.003-07:002016-05-15T06:47:46.292-07:00CUANDO EL MUNDO NO QUIERE ALEJARSE
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: Calibri;">¿Es posible vivir los momentos
que preceden al último aliento tal como uno lo desea? El escritor serbio
Branimir Scepanovic escribió un libro inquietante intentando dar respuesta a
esa pregunta: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La boca llena de tierra.</i>
Y lo hizo en dos relatos paralelos que cuentan la agonía de un hombre, aquejado
de una enfermedad terminal, que se baja del tren en el que viaja antes de
llegar a su destino en Montenegro, la añorada tierra de su infancia, y se ve
repentina e inexplicablemente sometido a una extraña persecución en medio de la
naturaleza inmensurable y gélida. </span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Tal vez la vida sea solamente una huída hacia la cumbre blanca de una
montaña. Un viaje inevitable. Un retorno, caminando bajo un cielo vacío, hacia
uno mismo para que el mundo pueda alejarse, bello y libre, como una visión
irreal sobre nuestra cabeza. Pero siempre hay alguien que acecha, que persigue,
que procura impedir la remota satisfacción de la soledad final. ¿Por qué
quieren matarnos si vamos al encuentro de la muerte? </span></span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Hay algo en la metáfora existencial que es este libro que, al acabarlo,
provoca un inevitable viaje al silencio. Por eso su lectura se hace
imprescindible. ¿Cómo evolucionamos para convertirnos en extraños? Quizá en
plena naturaleza siempre estaremos más próximos a los animales que a los seres
humanos. Salvajes ausentes de orientación. Leemos la misma historia narrada de
forma distinta por los perseguidores y la presa. ¿Qué ocurre de verdad? Jamás
sabremos qué acabará provocando realmente el destino fatal de la especie, pero
sin duda estará hecho de pequeñas historias como la escrita por Scepanovic.
Iremos pasando de un mundo a otro, buscando una prueba de vida e ignorando
conscientemente que, de todas formas, la extinción, personal o colectiva,
siempre será un desenlace irremediable.</span></span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>El destino nos pertenece, pero está a orillas de la muerte, en la
frontera entre lo que creemos que somos y todo lo demás. ¿Podremos elegir la
realidad última?</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAE2abapJZv7FY7Ntp4vOu3Hf5Fm84YI4TspBrHO6dhlvJe6omC0ANzmFKzHzIURMnOvOBSQCOLu-L3LQ6F-3Jkj2_ec-nLb-_rHjTkX3eyXQ8l7LrADXjkhGgK56ozQHi-1WC5GOON-A/s1600/BRANIMIR-SCEPANOVIC.jpg" imageanchor="1"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAE2abapJZv7FY7Ntp4vOu3Hf5Fm84YI4TspBrHO6dhlvJe6omC0ANzmFKzHzIURMnOvOBSQCOLu-L3LQ6F-3Jkj2_ec-nLb-_rHjTkX3eyXQ8l7LrADXjkhGgK56ozQHi-1WC5GOON-A/s320/BRANIMIR-SCEPANOVIC.jpg" width="320" /></a></div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-30780251006323612612016-02-28T13:23:00.002-08:002016-02-28T13:23:47.536-08:00LA LEONA QUE VIAJA CONTRA SU DESTINO
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"> <span style="color: black;">La humanidad no completa la vida.
Ni toda la vida es suficiente para llenar el mundo. Pero toda la visión del
mundo si puede abarcarse desde una aldea aislada de Mozambique. Así al menos debió
pensarlo Mia Couto cuando decidió escribir <i style="mso-bidi-font-style: normal;">La confesión de la leona</i>, una novela hechizante. En lugares como
ese, construidos con unas pocas creencias arcaicas, todas las mañanas alguna
mujer se levanta queriendo ser persona, libre y feliz, dispuesta a interpretar
por sí misma los espejismos que crea el calor en la hierba, sin que el rescate
de su animalidad sea necesariamente un misterioso acontecimiento que alerte al
poblado como lo haría la presencia extraviada de una leona salvaje. </span></span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Es el viaje interior que viene de fuera. La voz que quiere ser: ¿cuándo
vamos a decir que no? Los hombres saben que los leones rodean el poblado y
siguen mandando a sus esposas y a sus hijas a la huerta y a recoger leña y agua
de madrugada. Este libro evoca un paisaje completamente humano. Una injusticia
ancestral que no puede ser destino. Después de leerlo, sabemos que no basta con
matar a los leones. Es necesario también que una mujer que busca ser amada
pueda decidir la profundidad de su deseo: “esta noche hazme sentir miedo de mí
misma”. Y es necesario además que, al día siguiente, deje de andar como si la
vida fuese su enemiga.</span></span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>La leona, la mujer, la modernidad, ¿cuál es la amenaza y quién el último
cazador? El autor ha escrito que Mariamar Mpepe, una mujer estéril en la aldea
de Kulumani, está doblemente condenada: a tener un único lugar y a ser una
única vida. La locura puede ser entonces un refugio temporal hasta que los
dioses se distancien de los antepasados para volver a ser mujeres. Nadie podrá
matar una ilusión. Confieso yo también que esta lectura me ha devuelto algo
parecido al sentimiento salvaje de una leona. Tal vez, cuando el mundo acabe
por completarse de vida, no habrá más miedo, sólo sangre de fiera, lágrimas de
mujer.</span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxjJro7mmf2Y20pnkBMA_pZg4i1RDwrr7vfhaQ-eNLmwA71Ykpy5knFVxmDyrmq-nIyUg2ysMtGsdx2CSz2o2A2JVDpZzBVSNtHQ98OOHa39z9TAcN3Dcwt1Qnpj9UeAWsbZ3B6gFpwU8/s1600/la-confesion-de-la-leona.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxjJro7mmf2Y20pnkBMA_pZg4i1RDwrr7vfhaQ-eNLmwA71Ykpy5knFVxmDyrmq-nIyUg2ysMtGsdx2CSz2o2A2JVDpZzBVSNtHQ98OOHa39z9TAcN3Dcwt1Qnpj9UeAWsbZ3B6gFpwU8/s1600/la-confesion-de-la-leona.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
</div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-80088584503063142772015-12-27T14:17:00.001-08:002015-12-27T14:17:08.341-08:00TRÓPICO UTÓPICO
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: Calibri;"> Cuando Claude Lévi-Strauss
escribió <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tristes Trópicos</i> aún creía
que la ciencia no era lo suficientemente fuerte para remplazar a la filosofía.
Quizá por eso sus observaciones antropológicas sobre las tribus de Mato Grosso
en Brasil están acompañadas en esta narración retrospectiva de reflexiones
sobre distintas religiones, el marxismo o el existencialismo, así como de
episodios autobiográficos. Leemos entonces la experiencia del contrato social
en un exótico mundo <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>salvaje junto al
pretendido entendimiento del lugar del hombre en el universo, si es que esto
acaba siendo algo más que la naturaleza. Es cierto que la selva desata la curiosidad
intelectual del etnógrafo, pero también lo es que esa curiosidad está estructurada
en la sólida formación académica de alguien que fue hasta allí sin la vocación
de un explorador, quizá con la intención de recolectar mitos con los que explicar
la ausencia de política en la sociedades primitivas. Con la ilusión de
confirmar que siempre será posible resguardarse de la civilización en la
soledad. El trabajo de campo contribuye a esa búsqueda, contactando con informantes
eficazmente escogidos y observando <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>para relatar
detalles como que los niños nambiquaras ignoraban los juegos y se dedicaban a
luchar y dar volteretas, imitando a los adultos, antes de probar con el tiro al
arco. <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero él mismo reconoce que no lo
ha visto todo. Quizá por eso reflexiona honda y magistralmente sobre lo que es
mundo en su memoria resistente. Quizá por eso se atreve a hablarnos del
poblamiento de la Polinesia mientras expone sus estudios sobre los indígenas de
la selva amazónica que visitó hace quince años. </span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"> ¿Existe la grandeza indefinible
del comienzo, la pureza original? Se preocupa Lévi-Strauss en este libro, que
es también un viaje ilustrado para buscarse a sí mismo en los otros de un lugar
lejano, por lo que pueda venir cuando el arco iris de las culturas humanas
termine de abismarse en el vacío. ¿Qué queda de la utópica sociedad de la
naturaleza de Rousseau? Queda el símbolo y la realidad, me atrevo a concluir,
como una escritura común e infinita: la misma vida, la extraña vida. O mejor,
como dice el autor de este libro radicalmente lúcido, la necesidad de
aprehender la esencia de lo que fuimos y continuamos siendo más acá del
pensamiento y más allá de la sociedad. Si, como afirma, no hay distancia entre
un nosotros y un nada, ¿para qué nos movemos? ¡Adiós salvajes!, ¡adiós viajes!</span> </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgan1TYIzIae2Zgz01LkOkd2833HOxJy-pwlOMle29t-VOPKefSv-ypiA-gOYaoXKiIwr7e3ZTQV1xeKwZTZd-FKVXihacvBargDmLOMfiv0XC46psLh5AGLf4qWl-lgK1JJ17DySrNbPc/s1600/Claude_Levi_Strauss.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgan1TYIzIae2Zgz01LkOkd2833HOxJy-pwlOMle29t-VOPKefSv-ypiA-gOYaoXKiIwr7e3ZTQV1xeKwZTZd-FKVXihacvBargDmLOMfiv0XC46psLh5AGLf4qWl-lgK1JJ17DySrNbPc/s320/Claude_Levi_Strauss.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
</div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-57599315279833704822015-11-01T15:21:00.005-08:002015-11-01T15:39:42.278-08:00EL GRAN OCÉANO DEL CIELO AZUL<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Así llaman los maoríes al océano Pacífico: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Moana-Nui-o-Kiva</i>. Para recorrerlo lentamente, a través de más de
cincuenta islas, cargando con un kayak plegable, alguien debe tener la
curiosidad mental y física de un viajero de verdad, de esos que no saben dónde
van, como el escritor Paul Theroux, también lector confeso de Malinowski en las
Trobiand. Esa experiencia <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>por el gran
mar, la infinita búsqueda del paraíso, la describe en un libro fascinante: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las islas felices de Oceanía. </i>La vida
abandonada en un espacio libre es más un sentimiento que una realidad, como la
ausencia de una economía monetaria. Pero siempre nos quedará una parte de ese
sueño vagando sobre las olas, a pesar del rumor de la presencia de caníbales
inexistentes. Por eso, como si todo fuese vida salvaje (que no lo es ni en
Nueva Zelanda, ni en Samoa, ni en Fiyi, ni en Tonga, ni siquiera en la enigmática
isla de Pascua), nos acercamos con agrado a la lectura de lo que acontece en
una aldea de chozas con techos de palmas detrás de una hermosa playa de arenas
blancas donde los hombres recogen cocos bajo un cielo soleado, elaboran la
copra y salen a pescar al borde del arrecife de coral, en las aguas azul
verdosas de la laguna. Nos sorprende saber que en algún lugar de Melanesia, por
ejemplo, el concepto de humanidad no existe fuera de la propia tribu, como si
los otros fueran otra especie.</span></span></div>
<span style="color: black;">
</span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Es extraño y nos seduce, aunque Theroux dice
que una isla de cultura tradicional no puede ser idílica. Porque la vida se
esfuerza en ser real, aunque parezca anclada en el pasado; no es algo contado
por un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tusitala</i> como Stevenson, un
narrador de historias en los Mares del Sur. Ocurre en cualquier parte y está
llena de incidentes. Pero cuando lees sobre toda esa exótica existencia,
piensas que el mundo puede ser una bonita isla vacía hacia la que emprender un
viaje para alejarte improbablemente de la civilización. Así lo pintó Gauguin: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">¿De dónde venimos, qué somos, adónde vamos?</i></span></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2hatFgjNj_eptxJCHN5nuXqCgHvonhDOvij7QSu9oFwOrf3YoOzCPM8VRleEZqt_u9oBS7aGtQoMxH243zAKa4FqgCkY0MqeDXxFwWvniU_b1wlAV-4giQR38eKFxcW5MNdwwWDppU1U/s1600/happy+island...jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2hatFgjNj_eptxJCHN5nuXqCgHvonhDOvij7QSu9oFwOrf3YoOzCPM8VRleEZqt_u9oBS7aGtQoMxH243zAKa4FqgCkY0MqeDXxFwWvniU_b1wlAV-4giQR38eKFxcW5MNdwwWDppU1U/s320/happy+island...jpg" width="208" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p></o:p></i></span> </div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-17390895396757657442015-10-11T06:56:00.001-07:002015-10-12T02:25:49.467-07:00EN UN HOTEL BARATO DE CEILÁN<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Crees que vas a hacer un viaje, pero enseguida<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>el viaje es el que te hace, o te deshace. Eso
decía Nicolas Bouvier y desde que pudo no dejó de viajar por los caminos del
mundo. Veinticinco años después de su alucinante estancia de siete meses en un
cuarto barato en la isla de Celilán (la actual Sri Lanka) publicó <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El pez escorpión</i>, un libro imprescindible que
parece escrito con la delicadeza y la precisión de un entomólogo, el eco rescatado de aquella aventura existencial. De su
experiencia en medio de un largo viaje desde Venecia, mientras aguardaba para seguir
hasta Japón, nos queda este relato de encuentros banales, el vagabundeo en un
océano de gente modesta atenta a sus necesidades y las ensoñaciones febriles de un hombre en la penumbra azul de una isla (su isla ya) de olores vehementes, que para él es un derroche de
belleza inútil. Cuanto más leemos, más nos atrapa la necesidad de escribir del
autor mientras espera que la salud vuelva, con una jarra de té negro al lado,
en medio de una densa selva que todo lo decora y lo devora, tratando de sobrevivir con amargura a lo real y lo oculto. Compartimos forzosamente su peripecia vital, hundidos en el calor húmedo de su memoria hechicera, aliviados de cuando en cuando por el aire marítimo y empapados en los días del monzón. Porque también nosotros, los
lectores, desplegamos una geografía propia, una razón para llegar más allá. Es
natural.</span></span></div>
<span style="color: black;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="color: black; font-family: Calibri;">Bouvier quería viajar para
aprender y nadie le había enseñado lo que estaba descubriendo en la isla. A
veces es así: se camina sin avanzar, se da vueltas a la mente y se abre un
paisaje interior que busca la efímera frescura de lo cotidiano, de lo que
sucede, de la isla que buscamos sin saber que ya hemos llegado hasta allí. Viajar es interrumpir la erosión de la vida. Es
como si tuviésemos un pez escorpión dando vueltas en un frasco de pepinos
preciosamente arreglado con coral y arena fina y de vez en cuando nos acercásemos a
él para pegar el rostro al vidrio y liberar los impulsos del corazón. Los días
se van así, mirando lo que hemos vivido y procurando atrapar sus ideas a lo
largo del camino. Ahora lo sabemos, gracias a la vida viajera de este escritor suizo
que parece pesimista en la isla de la sonrisa: basta murmurar un mantra para
atravesar la noche como una centella. No se viaja para adornarse de exotismo y de anécdotas. Pero todo será un recuerdo que podremos
contar. Hay que ver. Buen viaje.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: black; font-family: Calibri;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgitMBdTSBExiNQ6S1ne7bWhh32B9zMgHFjXIz3mkX2r-951pLrlRYtb9mrep3ozU_NdTKLWbdwsbUl30I1lqRU3SxX3piIO5dLyx8rrVM17OkhgHtw1lQaxcItj58b_-LhnmVhT-4ESls/s1600/bouvierceylan.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgitMBdTSBExiNQ6S1ne7bWhh32B9zMgHFjXIz3mkX2r-951pLrlRYtb9mrep3ozU_NdTKLWbdwsbUl30I1lqRU3SxX3piIO5dLyx8rrVM17OkhgHtw1lQaxcItj58b_-LhnmVhT-4ESls/s1600/bouvierceylan.jpg" /></a></span></div>
<br /></div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-48528380028616715062015-09-27T06:07:00.001-07:002015-09-27T06:13:26.455-07:00 AFRICANO<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span><span style="color: black;">Pertenecemos a un lugar de la memoria al que estamos constantemente
regresando. Es el viaje que da sentido a la vida. Por eso nos reconocemos fácilmente
en la exploración seductora de nuestra infancia, aquellos años que vivimos en
una despreocupación placentera. Si además a uno le toca un padre ausente,
exiliado en tiempo de guerra, hundido en otro mundo, apartado de su mujer y sus
hijos, que es médico itinerante y total (desde el parto hasta la autopsia) por
la naturaleza abierta del África occidental, como es el caso del escritor
francés J.M.G. Le Clézio, un padre con el que se encuentra a los ocho años al
mismo tiempo que con la selva y la sabana y con nuevos amigos procedentes de
las tribus de los ibos y los yorubas, ese pasado recurrente se convierte entonces
en algo más, en memoria literaria, con los ingredientes necesarios para culminar
en un libro completo, como es el caso.</span></span></div>
<span style="color: black;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En esta ruta literaria que nos
lleva hasta <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El africano, </i>el gran
pequeño libro de Le Clézio,<i style="mso-bidi-font-style: normal;"> </i>leemos el
recuerdo de un hombre y un tiempo y la hermosa descripción de un lugar de
horizontes lejanos, cielos vastos y extensiones inabarcables, praderas de
hierba y montañas por donde durante el día se caminaba, a pie o a caballo,
sintiendo la libertad, y por la noche se dormía al raso, bajo un árbol o
colgando la hamaca en una choza de barro seco y hojas.</span></span></div>
<span style="color: black;"></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: black;"><span style="mso-spacerun: yes;">
</span>Al mismo tiempo, la extrañeza, la dureza de la mirada, la severidad del
aspecto de ese padre señalado por la vida africana, por el clima ecuatorial,
por el contacto directo con los que sufren, dejan también su huella emocional
en la escritura de Le Clézio, como si estuviese fijada en un sueño o en una
búsqueda. Por lo tanto, se trata de un acercamiento a la vida salvaje, pero no
más salvaje que la de París, pero también de un recuerdo sentimental, todo ello
hermosamente narrado con verisimilitud, descrito con una capacidad expresiva que
parece emanar de la parte africana del propio autor y que apenas permite que
nos distraigamos brevemente en la contemplación de algunas imágenes en blanco y
negro que ilustran los capítulos de este bello testimonio de aventura y
admiración filial. Aunque sean imágenes nostálgicas y evocadoras tomadas con
una vieja cámara <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Leica</i> con fuelle por
el mismo padre del autor en su amargo exilio africano. Porque preferimos
ilustrarnos leyendo, preferimos viajar, palabra a palabra, hacia pueblos cuyos
nombres nosotros también debemos anotar en los mapas para ser recordados. No en
vano, a J.M.G. Le Clézio se le otorgó el Premio Nobel en 2008, entre otras
cosas, por ser un explorador de la humanidad, dentro y fuera de la sociedad
dominante.</span></span></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvcxYjiA_38e9slLu1H_oOiEhxjOp14BhdkhmNGYv6_-R8LFP78mWleaTTO71Ewgvy1P8DJ917jba2-i4-nKzhlTRo8vZgAEoidjMSQyFx50pSjDSVN0EaQ56OFM8silDdyaF2BdLoKm8/s1600/africano1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="238" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvcxYjiA_38e9slLu1H_oOiEhxjOp14BhdkhmNGYv6_-R8LFP78mWleaTTO71Ewgvy1P8DJ917jba2-i4-nKzhlTRo8vZgAEoidjMSQyFx50pSjDSVN0EaQ56OFM8silDdyaF2BdLoKm8/s320/africano1.jpg" width="320" /></a></div>
Libros azules, Ballenas blancas http://www.blogger.com/profile/16693471494759580403noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3404095996316322729.post-34965616884269557852015-09-04T13:43:00.001-07:002015-09-04T13:46:44.238-07:00ESCRIBIR EN UNA ISLA<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Calibri;"><span style="color: red;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span><span style="mso-spacerun: yes;"> </span></span><span style="color: black;">Es
aquí donde todo empieza o termina, en medio del océano. Es un límite para el
que navega y para el que permanece en la orilla y lo demás no son más que
leyendas. Haber amado un horizonte es insularidad, dice el poeta Derek Walcott,
que nació en la pequeña isla volcánica de Santa Lucía. Pero también dice este
Ulises antillano que el horizonte se hunde en la memoria. Entonces, ¿escribimos
libros azules desde la orilla? Los poetas insulares prueban la fuerza de su
mano en una inmensa página líquida, como si estuviesen persiguiendo ballenas
blancas, como si estuviesen rezando la odisea infinita en una ermita rocosa. Es
la necesidad de la isla, desde donde Walcott cree que uno puede abandonar la
escritura y convertirse así en el mejor lector del mundo. Es un naufragio
consentido. Estamos en la isla para dejar nuestros nombres en la arena y
escuchar el ruido elemental de la espuma en el arrecife. Miramos lo que llega
en el rizo de la ola. La poesía es una isla, insiste el pescador de travesías,
y Omeros se desata en la brisa para viajar lejos. Es un poeta ciego por la luz
exagerada en el Caribe o en el Atlántico, lejos del Mediterráneo, y canta un
verso que desea ocultar el secreto de las mareas: ¡Qué perdidos están los
leviatanes que ya no buscamos! Walcott, el viajero afortunado, olvida la muerte
de los archipiélagos a través de los siglos, aunque conoce la prosa del miedo
al rayar el alba. Sabe que escribir en una isla es caminar con alas para
cambiar ese amor al océano que no es sino amor propio. Porque la isla es un
destino, no es un lugar.</span></span></div>
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